Una mirada al viaje de Irene: una conversación sincera en GGondaehee
El 30 de noviembre, el canal de YouTube “GGondaehee” estrenó un intrigante video titulado [Let’s Eat] La cantante solista Irene vs. GGondaehee lavándose la cara con alcohol . En este interesante video, Irene comparte sus experiencias y desafíos como artista en ciernes, brindando a los espectadores una visión de su vida antes de la fama.
Una audición fortuita
Durante su conversación con GGondaehee, Irene contó su entrada fortuita en el mundo del K-pop. Reveló que siguió a una amiga a una audición y terminó mostrando su propio talento:
“Mi amiga quería ser una celebridad… Se sentía ansiosa y sola, así que me pidió que la acompañara. Terminé haciendo una audición también y, sorprendentemente, llegué a la final”.
El viaje de Irene dio un giro inesperado cuando su amiga fue eliminada durante el proceso. GGondaehee, relacionándolo con historias similares de otras celebridades, comentó: «Así es como suele suceder».
Abrazando el escenario a pesar de la timidez
A menudo considerada tímida, Irene mostró un lado diferente de su personalidad al expresar su amor por actuar en concursos de talentos escolares. “Siempre me ofrecía a actuar”, afirmó, sorprendiendo a GGondaehee con su naturaleza extrovertida a pesar de su introversión.
Lamentablemente, a pesar de su excelente actuación en la audición, Irene no logró pasar a la siguiente etapa, lo que la llevó a un momento emotivo:
“Lloré a mares… Ese momento me hizo darme cuenta de lo profundamente apasionada que era cantar y actuar”.
El camino para convertirse en aprendiz
Tras su experiencia emocional, Irene mantuvo contacto con la compañía, lo que finalmente le permitió formarse durante cinco años antes de debutar con Red Velvet. Al reflexionar sobre sus días de aprendiz, compartió algunos momentos memorables y rebeldes:
La vida en la residencia de los aprendices
Irene, que reside en Daegu, describió sus viajes rutinarios a las tiendas de conveniencia:
“Como cuando estás a dieta y no paras de mirar la nevera”, explicó, recordando con cariño sus salidas nocturnas a por un tentempié. “Compraba lo que me apetecía comer y lo llevaba a la residencia”.
A pesar de las estrictas normas dietéticas de SM para los aprendices, Irene se dio algunos gustos, lo que le permitió ganar algo de peso y crear muchos recuerdos preciados. También disfrutaba gastando bromas alegres a sus compañeros aprendices, lo que añadía un elemento divertido a sus rigurosos horarios.
Un viaje de descubrimiento y crecimiento
Las sinceras revelaciones de Irene no solo arrojan luz sobre su singular camino hacia el estrellato, sino que también resaltan las complejidades emocionales asociadas con la aspiración a convertirse en artista. Su recorrido ilustra el equilibrio entre la dedicación y la importancia de disfrutar el proceso.
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